AMIGAS
Juramos que no nos casaríamos
y, luego, que lo nuestro no acabaría nunca, que pasara lo que pasara estaríamos
en contacto, quedaríamos y nos tomaríamos una cerveza bajo el toldo de un café
de cualquier ciudad soñada. Pero lo dejamos para el día siguiente. Y nuestra
amistad se fue escapando por el desagüe, no sé si de la lavadora o del
fregadero.
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